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8 recetas de la abuela ¿mito o verdad?

8 recetas de la abuela ¿mito o verdad?

Hay yuyos, rituales y brebajes de la medicina tradicional cuyas raíces son tan antiguas que persisten como conocimiento popular. Una cucharadita de miel, ¿aliviará nuestro dolor de garganta? Si algo que comimos nos cayó pesado ¿tiene sentido que nos "tiren el cuerito"? ¿Saca el dolor de muelas el clavo de olor? Millones de personas han incorporado a sus vidas infusiones, pócimas y ceremonias y miles de familias han reemplazado el botiquín básico por la alacena o la verdulería. Es más, muchas de ellas lo hacen sin saber si sus ingredientes tienen o no efectividad terapéutica.
Esta suerte de farmacología de bolsillo, que no está en la góndola de la farmacia de la esquina sino entre las cosas de la casa a las que les solemos dar usos diferentes a calmar dolores, no solía tener a la ciencia de su lado. Ésta, simplemente, la toleraba, la ignoraba o la miraba de reojo. Tras años de indiferencia y frialdad ante esta contundente realidad —contundente porque los remedios naturales son la cura o el calmante real para millones de personas— Siglo Veintiuno Editores publicó un librito sensacional, titulado "Los remedios de la abuela" (2011). Su autora, Valeria Edelsztein (Buenos Aires, 1982), una doctora en Química por la Universidad de Buenos Aires, repasa cuánto hay de mito y cuánto hay de verdad en la medicina casera, y enumera aquellas "fórmulas magistrales" que respetan creencias o tradiciones que, eventualmente, terminan siendo ratificadas por los científicos.
Edelsztein es docente del Departamento de Química Orgánica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN), es becaria posdoctoral del CONICET y ha dictado charlas en iniciativas como "Exactas va a la Escuela" y la "Semana de la Química", entre otras. Este libro ha significado para ella la oportunidad de mostrar que tiene un don natural para transmitir lo que sabe a un público que, a priori, podría no estar interesado en la ciencia. Valeria fue a la televisión pública con un kit provisto de jengibre, miel y barras de azufre y entró en los hogares con una apasionante novedad; fue a decir, palabras más o menos, que nuestras madres y abuelas siempre, o casi siempre, tuvieron razón. La parte difícil, que a Valeria es la que más le gusta, es explicar por qué sí, por qué no y por qué… depende.

1. Cómo calmar el dolor de muelas. Las abuelas recomiendan, cuenta Valeria, morder un clavo de olor y mantenerlo apretado con la pieza dental que duele. La ciencia explica que, como la nuez moscada y la canela, el clavo de olor contiene una sustancia llamada eugenol, con propiedades analgésicas, antiinflamatorias, antibacterianas y, sobre todo, anestésicas. Los odontólgos ya sabían que las nonas tenían la razón: en los consultorios ellos mezclan eugenol con zinc en el polvo que usan para cementar. Conclusión: VERDAD.

2. Cómo curar resfríos. "Una sopita de pollo y a la cama" es la frase típica de nuestras abuelas regalonas. Efectivamente, esta indicación puede reducir los síntomas. ¿El motivo? "Inhalar el vapor tibio afloja las secreciones nasales, y el calor puede suavizar el ardor de la garganta", explica la doctora Edelsztein. Además, el caldo previene la deshidratación y evita la acumulación de neutrófilos, las células que combaten los virus, desatan respuestas inflamatorias y causan tanto malestar. Conclusión: VERDAD.

3. Cómo curar "el empacho" o indigestión. Algunos médicos ponen cara de espanto ante la palabra "empacho". Hay un motivo. En Medicina, a este "mal" se lo conoce como enterocolitis, dispepsia o gastroenteritis. ¿Cómo curarlo? Nueve de cada diez abuelas indican "tirar del cuerito". ¿Tiene sentido? Según la doctora Valeria Edelsztein, pellizcar la piel de la espalda, a cada costado de la columna vertebral, "estimula una formación de nervios conocida como plexo celíaco o solar", que acelera la evacuación y expulsión del 'bolo' alimenticio 'pegado' en el estómago. Ese masajito, un poco doloroso, ayuda al "empachado" a superar el mal trance. Conclusión: VERDAD.

4. Comer zanahoria mejora la visión. La dieta del conejo es sin duda la receta más popular para poseer una vista saludable. Dicen que el origen de este "saber" se remonta a la Segunda Guerra Mundial, cuando la Fuerza Aérea Real británica difundió que sus pilotos de combate eran capaces de derribar los bombarderos nazis como moscas, incluso durante la noche, en virtud de su buena vista, mejorada con la ingesta de caroteno. Pues bien, al parecer se trataba de un truco para despistar al enemigo y mantener en secreto un nuevo sistema de radares. Y el engaño dio lugar al mito, pues no hay evidencia alguna de que comer más zanahoria mejore la vista. De igual modo que no la hay para defender que mirar la tele, la pantalla de la compu o leer con poca luz la arruine. Conclusión: MITO.

5. Frotar un anillo para conjurar un orzuelo. En estos casos la receta de la nona es clara: si el ojo pica y se inflama, a buscar un anillo de oro para frotarlo cual lámpara de Aladino y apoyarlo calentito sobre el ojo. ¿Sirve para algo? Digamos que, si pretendemos evitar una infección, es más útil tomar un antibiótico. Aún así, el calor de una alianza ayuda a acelerar la maduración del orzuelo y a dejar salir la grasa que contiene. Es efectivo, pero poco higiénico. Por eso los médicos sugieren aplicar un hisopo o un paño de agua caliente sobre el párpado afectado. Conclusión: VERDAD.

6. Jengibre para contrarrestar el mareo. Las propiedades curativas de ciertas sustancias no siempre son conocidas. Los marinos chinos, por ejemplo, masticaban raíces de jengibre para prevenir los mareos en alta mar sin saber por qué era un buen antídoto para el vértigo del viajero. Lo importante era que funcionaba. Estudios clínicos compararon el jengibre con algunos medicamentos patentados para los que sufren mareos asociados con el movimiento y demostraron que la raíz de esta planta muchas veces supera el efecto de los remedios comerciales. Esto es notable. Tanto como lo es reconocer que, como los chinos, seguimos sin saber a ciencia cierta cómo actúa. Conclusión: VERDAD.

7. Tirarse a la pileta con la panza llena ¿acalambra? La advertencia de las abuelas era clara: si entramos en el agua después de almorzar nos puede asaltar un calambre, que éste inhabilite nuestra capacidad de nado y nos lleve a la muerte por ahogamiento. "Hay que meterse una hora después de comer", era, y sigue siendo, el mandato de la madre de nuestros padres. Y bien: ninguna evidencia apoya estas suposiciones. Obviamente, si uno come copiosamente y sin pausa, el consejo de nuestros ancestros se torna razonable. La digestión de 1/2 kilo de lechón y otro tanto de helado, por ejemplo, requieren del flujo de una importante cantidad de sangre y la circulación en los músculos y el oxígeno se reducen. Esto predispone a los calambres. Algunos cuestionan esto, ya que el cuerpo está bien abastecido de oxígeno para hacer la digestión y nadar a la vez. Pero este tabú en torno al calambre, que en general nunca afecta a quien sabe nadar, es bueno para hacer más prevenidos a los niños. Conclusión: DEPENDE.

8. A tu picadura de abeja ponele levadura. La herida de las víctimas de un ataque de este insecto generalmente recibe el mismo trato: un poco de levadura disuelta en agua. Esta sustancia neutraliza el ácido fórmico disminuyendo su efecto. Buena noticia: el bicarbonato de sodio que usamos para hacernos buches, al igual que frotarse polvo de aspirina, son mejores. Conclusión: VERDAD. 

Valeria Edelsztein

En "Los remedios de la abuela" también encontramos las 1001 aplicaciones de la Aspirina® (ácido acetilsalicílico), el medicamento más consumido del mundo que, a sus tradicionales virtudes analgésicas, antifebriles y antiinflamatorias, se le atribuyen cualidades antirreumáticas, anticoagulantes y neuroprotectoras, sin contar con estudios que la han hallado buena para prevenir infartos, reducir el riesgo de contraer ciertos cánceres, el Alzheimer y mejorar funciones inmunitarias. Edelsztein también repasa los usos increíbles de la Aspirina®, utilizada como limpiamanchas, para recuperar el color del pelo, contra el acné, la caspa, las picaduras de mosquitos y hasta ¡para mantener frescas las flores disolviéndolas en el agua de un florero!

 

La "magia" de la pastillita blanca, por su precio accesible y multifuncionalidad, pareció asumir el relevo contemporáneo de los remedios naturales. Edelztein no deja de tener en cuenta la diferencia entre la sabiduría simpática de una abuela y las curiosidades de los laboratorios, que muchas veces no son inocentes.

En suma, "Los remedios de la abuela" es una gran compañía para la población con poco acceso a la canasta de remedios básica y una fascinante lección de ciencia aplicada, la mejor maestra para nuestra curiosidad.

Fuente: Yahoo

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