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Crónica de una muerte anunciada

Crónica de una muerte anunciada
Inseguridad, un problema que avanza, y el gobierno nacional no parece tener conciencia de la gravedad por su inacción para tomar medidas expeditvas y con resultados concretos. Para algunos funcionarios "es una sensación"...
Ausencias estatales, falta de conducción, miopía sobre la problemática social, adicciones y acceso irrestricto a las armas. Un combo semejante deriva en muertes indefectiblemente. Viedma llora a Cristian Lucanera, pero las condiciones están dadas para que no sea la última víctima.

Viedma. El genial Gabo escribió la historia de un crimen que todo el mundo sabía que iba a suceder y sucedió.

Las ausencias estatales, la nulidad de respuestas y las desigualdades sociales indicaban que en Viedma, una muerte a manos de precoces victimarios/víctimas iba a ocurrir. Y ocurrió.

Una trama escabrosa, de múltiples aristas que apuntaban a un mismo diagnóstico. Nadie supo escuchar, ver, determinar, su gravedad.

Un grupo minúsculo, una decena de jóvenes sumergidos en adicciones, fuera del alcance de un núcleo familiar muchas veces inexistente, y con acceso casi irrestricto a las drogas, al alcohol y por supuesto a las armas.

¿Cómo puede resolverse semejante combo? No hay manera, no existe forma de atacar una problemática tan fuerte sin objetivos claros. ¿O será que las recetas a mano pretenden alargar el statu quo y no modificarlo?
Hay que vivir en la calle 10.

Gente laburadora, honesta, que se levanta temprano, manda a sus hijos a la escuela. Y a la que un puñado de excluidos de toda exclusión les hace la vida imposible. ¿Nadie puede con esos pibes?

¿Es que no hay rehabilitación posible? ¿La Justicia no tiene la suficiente fortaleza para poner cada cosa en su lugar? Porque el garantismo no es impunidad. Ser garantista es garantizar que alguien que cometió un delito sea juzgado en un juicio justo, no que se aproveche de las puertas giratorias de comisarías y juzgados.

El domingo le tocó a Cristian Lucanera. Era policía. Antes pudo ser un repartidor, un vecino, un niño. Cualquiera puede ser víctima cuando hay ausencia de ley, de instituciones, de compromiso. Mañana mismo, u hoy,  puede volver a suceder. Porque ante el mismo mecanismo, mismo resultado. Y será otra crónica de otra muerte anunciada.

Como fue la de Diego Bonefoi y los otros dos pibes en Bariloche, como la de Guillermo Trafiñanco en Viedma. Como la de Irma Casadei hace poquito. Como la de Atahualpa, que en breve se cumplen tres años de su irresuelto crimen.

Estado, Gobierno y Sociedad. Así se llama un libro Norberto Bobbio. Esos tres estamentos fallan aquí. Y el lamento continuará.

Fuente: Noticias Net

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