Blogia
INFO STROEDER

¿y el tren?

¿y el tren?

Hace varios meses que no se cuenta con el tren para pasajeros en la zona. Cuando ya los pobladores, habituados a contar con el servicio, planificaban todo tipo de traslados, trámites y encuentros el tren deja de pasar hasta que se lograra despejar el tendido férreo de la arena de la pesadilla de la desertificación. Desde lo cultural la pérdida es profunda y preocupante. Al aislamiento propio de los pueblos ubicados entre Bahía Blanca y Carmen de Patagones se le sumó el desierto creciente que es inconveniente para todo tipo de cultivo, sumado luego a la ausencia del tren que es aportar más aislamiento. Se trata de un claro proceso de abandono y dejadez que se extiende a todos los ámbitos de lo social. En los últimos veranos se pudo observar que mucha gente encontró en la Laguna Parque La Salada, de Pedro Luro, un lugar agradable para estar y se pudo constatar que una parte de éste nuevo afluente de visitantes utilizaba el tren para llegar hasta el lugar. Pero ésta no es la única pérdida en lo que a turismo se refiere, ya que también a las aguas termales llegaban usuarios de éste medio de transporte menospreciado. Antes de continuar, aquí vamos a precisar el dato común poco reflexionado: Los pueblos referidos, como muchos, se han formado y desarrollado a la vera de las vías del ferrocarril. Por eso cuando se niega el tren en lugares como éstos se niega el acceso a entornos naturales preciosos, se perjudica a numerosos grupos sociales (comerciantes, artesanos y más) grupos sociales que están resistiendo la embestida climática y ven en el tren un medio para la circulación tanto de personas como de alimentos y materias primas. Y ya que hacia las materias primas estamos volcando la atención, en este punto podemos ir dilucidando el gran inconveniente para sortear. ¿A quién, a quiénes les conviene que el tren vuelva a anunciarse en las tardes o mediodías del fin de semana? ¡Ajá! conviene a los pobladores que aislados aguantan tormentas del desierto y si aguantan eso el aguante no tiene parangón. Pueblo no es el nombre de una gran corporación como las que vienen justificando la rehabilitación y modernización de vías y trenes en todo el país, fundamentalmente en el país de las riquezas minerales. Las vías para la comunicación entre los pueblos es inconveniente, el desarrollo del turismo es inconveniente, la cultura que no es otra cosa que el cultivo de saberes y la circulación de conocimiento es inconveniente para que muchas grandes corporaciones legitimen los trenes para su uso y abuso privilegiado. El uso depredatorio y extractivo es el que prima en el mundo globalizado en el que lo neoliberal se disfraza de política social para seguir fatalmente imbricado en los modos de consumo de una sociedad alienada y extrañada de lo esencial. Es por eso que se estarían viviendo tiempos decisivos en los que el compromiso personal es lo que más importa. Pasaría por preguntarse acerca del estilo de vida, si hoy, el estilo de vida está signado por el consumo, cuestionarse el consumo quizá dé respuestas. Alimento, transporte, cultura, comunicación; todos aspectos humanos a resignificar en el caos de valores que cifran las vidas actuales. Quizá la imposibilidad de reevaluar estilo y calidad de vida coloca a la sociedad toda en un estado de pasividad en el que es normal que el compromiso esté ausente y por lo tanto es sencillo que las altas esferas del poder (corporativas, institucionales, políticas y otras) decidan qué dar y qué quitar. Sobre todos éstos temas ya no se consensúa, absurdamente se vive como si estuvieran resueltos. Hasta que la pregunta llega en los silenciosos sábados y domingos: ¿y el tren? y como las preguntas incomodan tampoco hay respuestas.

Fuente: andandoporlahuella

En nombre de los vecinos del interior agradecemos a  la autora de la nota, Alejandra Cortez,  su preocupación por este tema tan importante. Mientras tanto los funcionarios de la provincia parecen mirar hacia otro lado. Para ellos el interior existe…

0 comentarios