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Inconcebible

Ganada por la crispación en que su gobierno vive inmerso, la presidente prefirió en las últimas horas clavar una astilla en el cuerpo de Mauricio Macri a cuestionar el delirante absurdo de que las escuelas secundarias porteñas no pueden dictar clases porque sus alumnos lo prohíben. Si algo le faltaba al país gobernado por el kirchnerismo es que por odio a Macri se justifique, desde la más alta autoridad de la Nación, la acción de quienes en lugar de estudiar --que para eso pagamos con nuestros impuestos la educación pública-- han decidido tomar las escuelas y dedicarse a hacer política.

Fuente: Editorial la Nueva Provincia

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