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Lola, la perra que salvó a nueve haitianos

Lola, la perra que salvó a nueve haitianos

 

Es argentina e integra una organización dedicada a intervenir en desastres naturales

Tiene cinco años y es de raza labrador. Se convirtió en la estrella de la delegación que viajó a Puerto Príncipe para buscar sobrevivientes.  Volvió al país en un avión Hércules de la Fuerza Aérea y fue recibida como una heroína.

Con apenas cinco años, Lola se transformó en la estrella de la delegación argentina que participa en Haití de las tareas humanitarias, luego del devastador terremoto del 12 de enero. La perra labrador color marrón oscuro, tuvo una destacada actuación entre los equipos de rescatistas que permitieron salvar la vida de decenas de sobrevivientes bajo los escombros y recuperar los cuerpos de los fallecidos.

“Ella sola pudo identificar a nueve personas con vida y seis cadáveres entre las ruinas de Puerto Príncipe”, explicó a Critica de la Argentina Cristian Kuperbank, integrante de la organización K9 Creixell Ezeiza Argentina dedicada a la búsqueda y rescate en situación de desastres naturales.

Ambos regresaron ayer junto a un grupo de nueve médicos pertenecientes a los Cascos Blancos en un Hércules C130 de la Fuerza Aérea luego de participar de tareas humanitarias en la devastada Haití.

No es la primera vez que el animal tiene actuación destacada en desastres. “Hemos rescatado víctimas luego de los terremotos de Perú, China y el año pasado después del alud que sepultó a Tartagal”, recordó el profesional.

“Es un trabajo muy lento y pesado en el que no se puede utilizar equipo de corte, porque cualquier vibración puede causar el desplome de escombros, y en el que la tarea de los perros cobra fundamental importancia”, relató el rescatista.

La perra Lola, entrenada para tareas de búsqueda en estructuras colapsadas, se convirtió en el principal soporte del trabajo en las ruinas del hotel Montana, ubicado en uno de los cerros que rodean la capital haitiana.

“Se armó un grupo con rescatistas de Brasil, Guatemala, México, Paraguay y Estados Unidos, cada uno con su perro, y cuando llegamos con Lola a la zona fuimos los primeros en desplegar tareas”, dijo Kuperbank, a quien sus colegas rápidamente bautizaron Che, curepa.

Lola ubicó con agilidad tres puntos probables de localización de cuerpos. Los trabajos se iniciaron de inmediato, en procura de encontrar huecos en la masa de concreto para llegar a los pisos inferiores.

La perra buscadora ingresó un par de veces y al llegar hasta el fin del túnel comenzó a escarbar en forma agitada. “Ésa es la señal de que la persona buscada estaba viva; el ladrido, en cambio, es indicativo de persona muerta”, describió el especialista. Allí pudo rescatarse con vida a un hombre de nacionalidad guatemalteca.

MÉDICOS ESPERANZADOS.
“En medio de tanto horror, salvarle la vida a un chiquito sordomudo que llegó politraumatizado luego de haber sido rescatado bajo la losa de su casa fue como una bocanada de esperanza”. El relato emocionado pertenece al doctor Carlos Russo, uno de los nueve médicos argentinos que ayer regresaron de Haití. Rodeado de su esposa y sus seis hijos, Russo describió la historia más conmovedora que le tocó vivir durante estos 11 días en la isla. “El nene estuvo una semana enterrado bajo los escombros de su vivienda y, como no podía hablar ni escuchar, nadie lo había podido localizar”, describió el médico. Gracias a un tío de la criatura que insistió en que su sobrino tenía que estar vivo, finalmente los rescatistas lo encontraron y lo trajeron hasta el hospital de campaña argentino instalado en Leogane, a 15 kilómetros de Puerto Príncipe. “Estaba en estado de shock, pero logramos recuperarlo y eso fue para nosotros una luz de esperanza en medio de tanto horror”, finalizó.

“El dolor es indescriptible, pero lo más fuerte es ver tantos chiquitos traumatizados por el shock, ni siquiera se quejan del dolor”, aseguró la doctora Selva Font, médica emergentóloga y, al igual que Russo, voluntaria de los Cascos Blancos que formó parte de la delegación argentina.

“Tuve a mi cargo durante dos días un chiquito de 10 años que se había quedado huérfano y sin ningún familiar que lo reclamara; fue una experiencia muy conmocionante”, agregó la profesional.

“Lo más dramático en estas situaciones es la gran cantidad de víctimas, porque no se trata de casos individuales, todo un pueblo quedó destrozado y sin prácticamente nada”, contó la doctora Viviana Luthy apenas descendió del avión que la trajo desde el epicentro de la catástrofe.

 

Fuente: Critica Digital

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